En un día de despedidas, la de Loris Capirossi tras 22 años compitiendo (y corriendo con el dorsal número 58 en honor a su compatriota "Super Sic"), la de Andrea Dovizioso de Honda y la de los motores de 800 cc, poco importó el resultado final de la carrera. Resultó bastante extraño ver la carrera sin Simoncelli, sabiendo que nunca más lo volveremos a ver encima de una moto, dándolo todo, poniendo emoción al espectáculo con su peculiar estilo, inducido tal vez por su gran tamaño, pero sobre todo por su modo de entender este deporte. Lo más curioso de todo es que, con sólo 24 años, Marco aún no era un veterano en MotoGP pero tenía el carisma propio de los líderes, la presencia de aquellos que dejan una huella imborrable, huella que ya fue dejando desde categorías inferiores. Era uno de esos rivales incómodos para los otros pilotos, su estilo agresivo, siempre al límite, levantó las críticas de otros pilotos, como Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa. Pero lo cierto es que, adeptos de Simoncelli o no, para los aficionados y espectadores del motociclismo siempre era emocionante ver qué iba a suceder en cada recta y cada curva cuando Simoncelli se aproximaba a algún piloto rival. Yo personalmente me incluía entre sus "detractores" (en el sentido más deportivo de la palabra claro, no tuve el placer de conocerle personalmente), pero al fallecer, me di cuenta en ese mismo instante de lo mucho que iba a echarle de menos cada vez que viera una carrera.
Supongo que algo parecido le habrá pasado a sus rivales más directos y es que hay cosas que vienen en pares, como el día y la noche, que uno no puede existir sin el otro, ya saben, la vieja historia del superhéroe que no exisitría si no hubiera un villano al que derrotar y viceversa.
En este caso, nuestro súper-hombre es Simoncelli, que murió con las botas puestas, haciendo lo que más le gustaba y así lo demostró hasta el último instante de vida, agarrado a su moto, sin querer soltar el manillar aunque le costara la vida.
A él quisiera dedicarle humildemente la banda sonora de hoy, que en esta ocasión la pongo de mi "puño y letra". Se trata de una canción llamada "Breaking Point", que grabé casualmente para la banda sonora de un cortometraje. La letra habla de alguien joven que vive la vida al límite, caminando la delgada línea que separa la vida y la muerte, aún a sabiendas del riesgo que ello implica. Además de la letra, me pareció buen tema para la ocasión, por ser bastante guitarrero, una de esas canciones que creo apetecería escuchar en un viaje a altas velocidades en moto.
Descansa en paz Marco y gracias por los buenos momentos que has brindado a tantas personas a lo largo y ancho de este planeta.
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